Los ojos rojos, secos e irritados desde hace meses.
Vengo nuevamente a verme.
Ahora más tranquila, con las dudas esquiladas
y las balas entumecidas.
Estoy hablando con el tiempo.
Dice que ya es hora de perdonar
a la que me mira cada día en el espejo.
He encontrado el sosiego
volviendo sobre mis pasos, aprendiendo.
Que nunca fue todo lo que di y luché,
que siempre fue la ausencia
de lo que nunca tuvo que ser.
Estoy envolviéndome en mí,
que ya llega diciembre con el frío,
y a veces el único calor que necesitamos
reside en nosotros mismos.